Por desgracia, en estos últimos meses he tenido que asistir a varios funerales. Todos tenían en comun lo sobrevenido e inesperado del fatídico suceso. Y he de reconocer que esto me ha hecho reflexionar sobre varios temas.
Como una vez oí decir: la muerte nos enseña que estamos vivos. Ante esta "enseñanza" unos reaccionan viviendo a lo grande, casi desesperadamente, cumpliendo aquello del Carpe Diem. En cambio otros, descubren el valor de lo cotidiano y del tiempo presente, saboreando com mayor intensidad las pequeñas cosas del cada dia .
No le faltaba razón a quien sentenció: "Vivimos como queremos morir, y morimos como hemos vivido".
Es cierto que normalmente la gente no se para a pensar en estas cosas (aunque tampoco sea demasiado sano todo lo contrario), e incluso sea posible que a mas de uno se le escape alguna sonrisa burlona al leer estas lineas. Y sin embargo todos sabemos que algun dia nos tocara...
Y la pregunta fundamental no es cuando, ni como, ni tan solo el porque (preguntas de dificil respuesta). Creo que la pregunta que de verdad nos tendría que quitar el sueño es esta: estoy realmente preparado?. Porque solo cuando la muerte tiene sentido se puede decir que se empieza a vivir.
Como decía el poeta "morir solo es morir, morir se acaba", y lo que importa es lo que ha pasado antes, y sobre todo, lo que ha de venir después...pues en la vida pasa como con las películas; que según como acaben se dice que han sido un drama o una comedia. Aunque también como en las películas, quizás lo mas imperdonable sea que hayan sido una autentica perdida de tiempo!
3 comentarios:
Muy cierto, hay que prepararse para el minuto en que el Señor nos llame... creo que para eso nos da la vida en la tierra, para conocerlo desde ya y no sea un extraño al momento que nos llame. Bendiciones.
Si uno está en gracia de Dios y vive conforme a su voluntad no debería temer a la muerte.
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Cuando más se nota un funeral es cuando muere alguien cercano, es entonces cuando hay un vació en tu entorno, pero al final sólo es un hasta luego.
Si Dios quiere, habrá un reencuentro en el Cielo, tarde o temprano, 30, 40, 50 años después... A mí me gustaría ver a mis abuelos en el Cielo...
como decia Santa Teresa de Avila: la vida es una mala noche en una mala posada....
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