El pasado Sábado celebramos el santo de mi amigo Joan T. en un restaurante Argentino. La comida fue sabrosa y la compañía aún más; nos reímos mucho. A esto último quizás contribuyo el vino tinto que mi amigo pidió al camarero. Yo no conocía esta marca ni entiendo de vinos pero la descripción de la etiqueta que viene en la botella no tiene desperdicio alguno, dice así:
Creo que estas descripciones las hacen después de beber varias copas... pero me gustó mucho y me vino una idea a la cabeza. ¿Cómo de algo tan sencillo alguien puede sacar tantos matices?. Me parece sorprendente.
Hay gente que encuentra la Vida sosa, sin sabor. Quizás es que tengan un mal paladar –como el mío-, o quizás es que no se han parado ha observar los pequeños matices del día a día. Los tesoros ocultos de lo cotidiano, las perlas escondidas en la rutina.
El que cata el vino lo hace con la disposición de encontrar algo, de fijarse en los detalles y se debe concentrar mucho para ello. Además el catador sólo se fija en lo bueno del vino, no en lo malo. Creo que para saborear la vida, hay que hacer como los catadores de vino, quitarse los malos sabores de boca e intentar encontrar los aromas escondidos.
Si en la botella de mi vida tuviera que escribir una etiqueta ¿qué pondría?, ¿qué sabor tiene mi vida?.Para descubrirlo primero hay que saborearla con mucha calma y buen humor, y seguro que nos llevaremos más de una sorpresa. ¡Buen provecho!.
“Color cereza de media capa. Nariz sugestiva y compleja de frutos del bosque
(grosella, zarzamora) con elegantes matices florales (violeta) y atisbos de
pimienta, vainilla y sotobosque. Paladar suave y redondo sobre un mullido
colchón tánico que abre paso a un final de boca sabroso, con notas de
torrefacto.”
Creo que estas descripciones las hacen después de beber varias copas... pero me gustó mucho y me vino una idea a la cabeza. ¿Cómo de algo tan sencillo alguien puede sacar tantos matices?. Me parece sorprendente.
Hay gente que encuentra la Vida sosa, sin sabor. Quizás es que tengan un mal paladar –como el mío-, o quizás es que no se han parado ha observar los pequeños matices del día a día. Los tesoros ocultos de lo cotidiano, las perlas escondidas en la rutina.
El que cata el vino lo hace con la disposición de encontrar algo, de fijarse en los detalles y se debe concentrar mucho para ello. Además el catador sólo se fija en lo bueno del vino, no en lo malo. Creo que para saborear la vida, hay que hacer como los catadores de vino, quitarse los malos sabores de boca e intentar encontrar los aromas escondidos.
Si en la botella de mi vida tuviera que escribir una etiqueta ¿qué pondría?, ¿qué sabor tiene mi vida?.Para descubrirlo primero hay que saborearla con mucha calma y buen humor, y seguro que nos llevaremos más de una sorpresa. ¡Buen provecho!.
4 comentarios:
http://weblogs.clarin.com/podeti/archives/002761.php
Gracias por la dirección Hache, i gracias por el comentario en tu blog...
No les creo a esos catadores, se me hace que son como muchos de los críticos del arte moderno...
Saludos.
(Primer navegue por aquí).
Es posible Juan Ignacio. Gracias por tu comentario. Siempre seras bienvenido.
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