Soñad y os quedaréis cortos
¿Y como es que a un joven se le ocurre eso de ser sacerdote?
Soy el segundo de seis hermanos, tengo 23 años y he tenido la suerte de ser llamado por el Señor.
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Cuando uno habla de la vocación habla de su vida, y cuando uno ya está en el 4º curso del seminario y con vistas a una próxima ordenación, uno solo puede dar gracias y darse cuenta de que Dios siempre da mas de lo que soñamos o nos imaginamos.
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¿Y como es que a un joven se le ocurre eso de ser sacerdote? Pues muy fácil, si estás atento a lo que Dios quiere para ti; es muy importante llevar una dirección espiritual y hablar con un sacerdote que tenga mas experiencia que tú, porque muchas veces te crees que te lo estás imaginando o que no puede ser verdad que Dios te haya llamado a ti.
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También ayuda frecuentar los sacramentos en los que la Gracia de Dios se transmite. Todo esto te puede parecer difícil o aburrido, pero se te hace muy fácil si estás enamorado de Dios, no te cuesta.
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Si no haces esto es difícil que puedas leer en los signos de cada día las llamadas de Dios. Es como una radio que tiene mal conectada la frecuencia de FM o como un novio que dice que quiere a su novia pero nunca la llama o no siente la necesidad de verla porque en el fondo no la quiere. Con Dios pasa algo parecido.
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En mi experiencia fue clave un sacerdote diocesano de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz que me acompañó en todo ese proceso antes de ir al seminario y con el que pude ir viendo que la llamada que Dios me hacia era a la santidad de vida sobre todo, y en concreto en el sacerdocio entregando mi vida por los demás, y en servir a la Iglesia como la Iglesia quiera ser servida.
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Otro momento clave fue la visita a España de ese gigante de la fe que fue Juan Pablo II. Él nos animó a todos los que en ese momento estábamos a las puertas del seminario, nos dijo: “Merece la pena entregar la vida por los hermanos y por el Evangelio”, fue un momento fuerte de decisión para afrontar la vocación.
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Y es verdad que Cristo no quita nada y lo da todo, hay muchos jóvenes que tienen vocación y no dan el paso por miedo a dejar cosas o proyectos personales pero cuando entras te das cuenta de que eso eran fantasmas que te alejaban de Cristo y que como toda tentación no son reales.
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La realidad es que Cristo te llena la vida, eres feliz viviendo en pobreza, obediencia y celibato porque estás con Dios y Él tiene todo lo necesario para saciar los corazones de los hombres que están sedientos de su amor y no lo saben, tengo experiencia de haber recibido el ciento por uno, yo esperaba 100 y Dios me ha dado mas de 1000, así de sobreabundante es Dios.
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A veces nos gustaría ser como San Francisco de Javier e ir gritando por todos los colegios y universidades a los jóvenes que no gasten su vida solo en cosas terrenas sino que la gasten en cosas de Dios, porque al igual que los laicos, toda acción hecha con amor y por Cristo es una acción eterna que no acaba nunca y que perdura para siempre. En esto deberíamos gastar más el tiempo todos, sacerdotes y laicos: en buscar la santidad de vida.
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Luego, en el seminario, hay como en la vida momentos mejores y peores, pero en la Cruz está la alegría, es una certeza que Dios nos da, nos quiere tanto que nos une a su sacrificio redentor y salvador para que con Él nosotros también salvemos a la humanidad que sufre y espera la salvación de Dios.
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En estos tiempos que corren hacen falta tanto en España como en Europa santos, personas enamoradas de Cristo que con el testimonio de sus vidas transformen el mundo en todos sus ámbitos de trabajo, universidad, política, etc... y también muchos sacerdotes santos.
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Si eres joven(o no tan joven) y sientes algo en tu corazón, esa llama del fuego del amor de Dios y dices con Cristo: “he venido a prender fuego al mundo y ojalá ya estuviera ardiendo”, y tienes ganas de hacer algo grande te invito a que dejes atrás los miedos y te animes a entrar al seminario, verás cumplido todos aquellos anhelos que Dios siembra en tu corazón, hacen falta obreros y la paga es muy buena: el cielo.
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Nos encomendamos a María la Madre del Salvador y a San José para que proteja a todos los sacerdotes y seminaristas del mundo.
Carlos María López Lozano, seminarista de 4º Curso
Carlos María López Lozano, seminarista de 4º Curso
6 comentarios:
San Jose podria ser mi patrono, por mi pasion con la madera, bendiciones amigo.
Que bello testimonio, me identifico plenamente, y no solo por lo obvio. Bendiciones.
Hermoso... ya me hizo llorar este seminarista jeje.. Dios le bendiga y le de la fuerza y el amor incontrolable para seguir y ser un santo sacerdote!
Realmente inspirador
Gracias por tu testimonio, me ayuda en mi vocación, ya que llevo cinco años en el seminario y he estado en crisis por haber apagado mi amor por Cristo, pero Él no abandona a nadie y seguro me ayudará, tu sigue adelante con muchas bendiciones.
hola me esta pasando exactamente lo que escribiste, estoy en duda en entrar al seminario de los Misioneros de Guadalupe, espero que Dios me ilumine, saludos
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