El otro día recibí un mensaje por e-mail informado que una famosa empresa regalaba teléfonos móviles de última generación a cambio de enviar el e-mail a ocho personas. Me pareció una buena forma de promocionarse y una buena forma también de conseguir un teléfono sin coste ni esfuerzo alguno; así que reenvié el mensaje…
Poco rato después un compañero me envió otro mensaje anunciándome que la espectacular oferta era en realidad una trampa para conseguir direcciones electrónicas que luego se utilizarían para enviar correo basura… ¡vaya decepción!
Ahora me parece evidente que se trataba de un engaño, pero en esos momentos no me lo pareció: quería creer que era cierto.
Muchas veces nos engañamos a nosotros mismos y nos tragamos la razón para creer en cosas inverosímiles por naturaleza: una milagrosa dieta adelgazante, una magnífica oferta laboral donde se trabaja poco y se gana mucho, un detergente liampialotodo , etc…
Poco rato después un compañero me envió otro mensaje anunciándome que la espectacular oferta era en realidad una trampa para conseguir direcciones electrónicas que luego se utilizarían para enviar correo basura… ¡vaya decepción!
Ahora me parece evidente que se trataba de un engaño, pero en esos momentos no me lo pareció: quería creer que era cierto.
Muchas veces nos engañamos a nosotros mismos y nos tragamos la razón para creer en cosas inverosímiles por naturaleza: una milagrosa dieta adelgazante, una magnífica oferta laboral donde se trabaja poco y se gana mucho, un detergente liampialotodo , etc…
Lo más curioso es que siempre se nos promete mucho a cambio de poca cosa; ahí está la trampa... Fácilmente nos dejamos llevar por la codicia o por la pereza pero el desengaño no tarda mucho en llegar y hacernos despertar como una jarra de agua fría. ¡Poco vale lo que poco cuesta!
1 comentario:
Feliz día de San José, patrono de los papás.
Publicar un comentario