El otro día mi novia y yo fuimos a la playa. En la zona en la que vivimos (la Costa Brava) hay muy buenas playas. Lástima que estén masificadas y que el ambiente no sea el deseable. Para los que no conozcan este rincón de mundo sólo tienen que coger una pintura de Salvador Dalí; esta es la geografía que aparece en todos sus cuadros.
Hablando con mi novia salió el tema de la vida después de la muerte. Ella me dijo que cuando muriese me buscaría en el cielo para estar conmigo toda la eternidad. Yo le conteste medio en broma, que lo de casarnos era “hasta que la muerte nos separe”, por lo que en el cielo yo no tenía ninguna obligación de estar con ella, ya que la muerte es un “descanso eterno”... A ella eso le da igual, y dice que me buscará de todas formas. Quizás después de la convivencia cambie de opinión, no sé...
El caso es que según Jesús ( y Él sabe de estas cosas más que cualquier otro), en el cielo seremos como ángeles (Mt 22,30). La relación de pareja ya no tendrá sentido, ni la sexualidad tampoco, porque ya no será necesario reproducirse. La creación y la redención habrán llegado a su Plenitud Total.
¿Significa eso que no estaremos con los seres amados, que perderemos nuestra identidad y personalidad?. Todo lo contrario, ya que seguiremos siendo nosotros pero sin las cosas malas, por lo que todos seremos seres amados y seres amadores en la presencia de Nuestro Padre. Aún así es normal que tengamos una especial preferencia por aquellas personas con las que hemos compartido el Viaje.
Se mire como se mire me parece que al final mi novia va a tener razón, ¡y lo nuestro va a durar una eternidad!...
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