junio 29, 2006

CASARSE POR NAVIDAD


Estoy observando que esto de casarse es muy parecido a la Navidad. Para lo bueno y para lo malo.

Como en Navidad el valor de las cosas se multiplica por tres: los vestidos y trajes, la comida, las flores, los regalos. Basta que digas que es para una boda y automáticamente el precio se dispara. Hay personas que con esto de las bodas hacen su agosto sean el mes que sea...

Pero además de los precios, también se multiplican por tres los sentimientos de gratitud y de generosidad. Todos están inexplicablemente contentos, con una sonrisa amable en la boca, y te desean lo mejor para ti y para tu futura esposa, aunque no te conozcan de nada.

Creo que la expectativa de una nueva vida en común, hace sacar lo mejor de la gente. Como en Navidad, la gente te felicita, te hace regalos, la familia está más unida, e incluso los de “lejos” se acercan para compartir contigo ese momento.

También aumenta la generosidad, y todos entienden que no es el momento para sacar diferencias sino para unir esfuerzos renunciando a las pequeñeces, es lógico; se trata de una fiesta y el ambiente ha de ser festivo.

Toda la familia es como un pesebre viviente, que anda ajetreado esperando el Gran Día. Yo estoy muy contento porque esta vez en el pesebre no me han puesto ni de burro ni de buey, sino que me han puesto de San José. Lo sé, aunque esté en el portal el protagonista es Él (y ella)...

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