El mes pasado se publicó la encíclica “Caritas in veritate” del Papa Benedicto XVI. Este documento es una invitación abierta a todas las personas (creyentes y no creyentes) a reflexionar y profundizar sobre las cuestiones sociales más actuales. La encíclica aborda problemas como las economías de mercado, la pobreza, los recursos naturales, las migraciones, o la paz, entre otros. Aunque la encíclica no se propone ofrecer soluciones técnicas nos recuerda los grandes principios que se revelan indispensables para construir el desarrollo humano en los próximos tiempos.
Así, por ejemplo, Benedicto XVI, denuncia que las causas del subdesarrollo se hallan en la falta de fraternidad entre los hombres y los pueblos, o que para lograr el verdadero desarrollo de todos, es necesario que la humanidad tome conciencia del escándalo y de la vergüenza que supone el hambre en el mundo, en tantos miles y millones de seres humanos. En lo que se refiere al mercado y a la lógica mercantil, Benedicto XVI recuerda que esta ha de estar ordenada “a la consecución del bien común”, que “es la responsabilidad, sobre todo, de la comunidad política”, y que “La economía tiene necesidad de la ética para su correcto funcionamiento: no de cualquier ética, sino de una ética amiga de la persona”.
También se refiere a las problemáticas energéticas; “El acaparamiento de los recursos por parte de los Estados y grupos de poder –denuncia- constituyen un grave impedimento para el desarrollo de los países pobres”. “Las sociedades técnicamente avanzadas –prosigue- pueden y deben disminuir la propia necesidad energética, mientras debe avanzar la investigación sobre energías alternativas”. Por último también nos recuerda que “el desarrollo de los pueblos depende sobre todo de ser una sola familia” y que “todo emigrante es una persona humana, que posee derechos que deben respetados por todos y en toda situación”.
Aunque las afirmaciones de la encíclica puedan resultar de sentido común, lo cierto es que ningún dirigente religioso ni político ha levantado nunca la voz con tanta fuerza para denunciar estas injusticias.
Pero lo más atractivo de la encíclica no es la descripción de la realidad del mundo actual sino las reflexiones en torno a las causas de los problemas y sobre todo las propuestas para las soluciones. Es en este punto donde los ciudadanos y sobre todo los dirigentes políticos deberían iniciar una reflexión para aportar –cada uno en su campo de actuación- las soluciones apropiadas.
Tenemos que tomar conciencia de que la realidad se puede cambiar y de que el mundo (nuestro pequeño mundo cotidiano) puede ser mejor con nuestro trabajo y esfuerzo diarios. Para conseguir esto, Benedicto XVI propone el camino de la “caridad en la verdad” es decir: primero nos tenemos que mover por amor (caridad), buscando el bien propio y el bien de los demás, sin que exista ninguna contraposición, y en segundo lugar buscando la verdad, puesto que en un mundo dominado por el relativismo es imposible vislumbrar el bien, ya que este no existe. Sin verdad no hay amor, y por lo tanto no hay progreso.
Como se dice en la encíclica, “un futuro mejor para todos es posible, si se funda en el descubrimiento de los valores éticos fundamentales”, y esto depende de nosotros. Un buen tema para reflexionar en las vacaciones de verano.
Así, por ejemplo, Benedicto XVI, denuncia que las causas del subdesarrollo se hallan en la falta de fraternidad entre los hombres y los pueblos, o que para lograr el verdadero desarrollo de todos, es necesario que la humanidad tome conciencia del escándalo y de la vergüenza que supone el hambre en el mundo, en tantos miles y millones de seres humanos. En lo que se refiere al mercado y a la lógica mercantil, Benedicto XVI recuerda que esta ha de estar ordenada “a la consecución del bien común”, que “es la responsabilidad, sobre todo, de la comunidad política”, y que “La economía tiene necesidad de la ética para su correcto funcionamiento: no de cualquier ética, sino de una ética amiga de la persona”.
También se refiere a las problemáticas energéticas; “El acaparamiento de los recursos por parte de los Estados y grupos de poder –denuncia- constituyen un grave impedimento para el desarrollo de los países pobres”. “Las sociedades técnicamente avanzadas –prosigue- pueden y deben disminuir la propia necesidad energética, mientras debe avanzar la investigación sobre energías alternativas”. Por último también nos recuerda que “el desarrollo de los pueblos depende sobre todo de ser una sola familia” y que “todo emigrante es una persona humana, que posee derechos que deben respetados por todos y en toda situación”.
Aunque las afirmaciones de la encíclica puedan resultar de sentido común, lo cierto es que ningún dirigente religioso ni político ha levantado nunca la voz con tanta fuerza para denunciar estas injusticias.
Pero lo más atractivo de la encíclica no es la descripción de la realidad del mundo actual sino las reflexiones en torno a las causas de los problemas y sobre todo las propuestas para las soluciones. Es en este punto donde los ciudadanos y sobre todo los dirigentes políticos deberían iniciar una reflexión para aportar –cada uno en su campo de actuación- las soluciones apropiadas.
Tenemos que tomar conciencia de que la realidad se puede cambiar y de que el mundo (nuestro pequeño mundo cotidiano) puede ser mejor con nuestro trabajo y esfuerzo diarios. Para conseguir esto, Benedicto XVI propone el camino de la “caridad en la verdad” es decir: primero nos tenemos que mover por amor (caridad), buscando el bien propio y el bien de los demás, sin que exista ninguna contraposición, y en segundo lugar buscando la verdad, puesto que en un mundo dominado por el relativismo es imposible vislumbrar el bien, ya que este no existe. Sin verdad no hay amor, y por lo tanto no hay progreso.
Como se dice en la encíclica, “un futuro mejor para todos es posible, si se funda en el descubrimiento de los valores éticos fundamentales”, y esto depende de nosotros. Un buen tema para reflexionar en las vacaciones de verano.
4 comentarios:
Estimado José: ¡Bienvenido a Familia Católica! Aproveché para ver tus blogs y te felicito por los artículos que tienes, en especial este acerca de la nueva Encíclica de nuestro Papa Benedicto.Veo que tienes enlaces al Opus Dei, mi esposo ha sido amigo del Opus Dei por varios años y ha sido una bendición. En Mayo pasado fuimos a Barcelona y visitamos también Maontserrat, Manresa y ¡Figueres!, ¡nos encantaron todas estas ciudades! ¡Dios te bendiga!
Muchas Gracias por vuestra visita y vuestro comentario. Y felicidades por vuestra familia y vuestro blog. Si volveis por cataluña no dejeis de avisarme!
Saludos!
Este post me ha parecido muy interesante, como todos los otros que estan en este blog, me gusta leer cosas nutritivas como este blog, estare por aqui mas a menudo.
Muchas Gracias Volcano por tus amables palabras!
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