Está de moda el ser joven; desde todos los medios se exalta incansablemente la figura de la juventud como algo no sólo ideal sino también perdurable y casi eterno. Uno de los resultados es, lógicamente, la caída de popularidad la madurez o vejez dentro de la sociedad. Quizás sea por eso que no solamente nadie quiera ser viejo, sino que algunos “jóvenes” no deseen incluso llegar a la vejez...
Otra consecuencia es que los viejos no están valorados. En una sociedad en la que el valor se rige por la productividad un jubilado no cuenta mucho. Y en una sociedad donde se sobrevalora el tiempo de ocio, un ser enfermo es un estorbo.
Es por todo esto que cada vez admiro más a la gente mayor que se mantiene activa y no se resiste a dejar de aportar algo a la sociedad en general. Yo he tenido el enorme orgullo de conocer a algunos de estos auténticos revolucionarios del sistema, y he aprendido mucho de sus experiencias y ejemplo.
Vienen a mi memoria jóvenes como la Madre Teresa de Calcuta, Juan Pablo II o el Padre Roger de Taizé,-entre otros- que más o menos recientemente han llegado a la plenitud de sus vidas mostrándonos el verdadero elixir de la juventud : el Amor, la entrega a un Ideal y el servicio a los demás. Ya lo he decidido, ¡yo de mayor quiero ser joven!
2 comentarios:
Al menos por estos pagos, a muchos no les gustó que Juan Pablo expusiera tanto su 'vejez' y su 'decaimiento' en los últimos días de su vida. A mí en cambio, me pareció que dio un personal testimonio de lo valioso que es cada hombre: joven, niño o viejo; inteligente, o poco inteligente; sano o enfermo; cada uno.
Totalmente de acuerdo hermana Josefina. Creo que la aptitud de nuestro querido Juan Pablo II fué un shok para algunos...y no todos lo supieron entender.
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