Pocas cosas producen mayor satisfacción en la vida como contemplar la felicidad de los niños. De hecho, en un mundo dominado por el pesimismo, ellos son los auténticos portadores de la felicidad.
Los niños materializan la felicidad y por eso son un ejemplo para los mayores: todos deseariamos ser tan felices como ellos, esa es nuestra meta. Todos deseariamos ser como niños sin dejar de ser adultos, conservar lo mejor de cada estado.
¿Quien no desearía recobrar la ingenuidad, la despreocupación por las cosas "importantes", vivir el momento presente con autentica intensidad, no pensar en el futuro, tratar a todos por igual, amar y dejarse amar sin complejos, sentirse seguro, protegido, amado...?
Un mundo sin niños es un mundo sin alegría. ¡¡¡Parece mentira que alguien tan pequeño pueda enseñarnos tantas cosas!!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario