junio 09, 2006

ESCLAVOS DE UNA HOJA SECA


Hace ya algunos años,- en un retiro espiritual en Zaragoza-, una monja nos dio una charla sobre la libertad. Tendría unos sesenta años, era bajita y llena de vida, se la conocia como Sor Terremoto, porque nunca paraba quieta. Se dedicaba a ir a las cárceles a llevar caramelos a los presos, y así poder hacerles compañía y hablar con ellos de sus cosas. Lo curioso es que como no tenía coche, iba haciendo autoestop. Todo un ejemplo de valentía.
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Recuerdo que en aquella ocasión la sala parecía estar cubierta por una espesa capa de niebla, ya que casi todos eramos jóvenes fumadores. La religiosa –con mucha gracia-, nada más entrar, nos increpó diciendo: -¡Sois esclavos de una hoja seca liada en un trozo de papel!,¡Dejad de fumar que es más sano y más barato!
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Desde entonces a menudo, cuando enciendo un cigarro me acuerdo de ella, y me pregunto quién fuma a quién; yo al tabaco , o el tabaco a mi...
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Me he propuesto dejar de fumar, en parte porque creo que es lo mejor para mi salud, y en parte porque mi novia –y futura esposa- no quiere que le fume en casa. No sé si lo conseguiré, ya que como dijo el escritor Marc Twain “Dejar de fumar es fácil,¡yo lo he hecho miles de veces!”.
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Espero no tener que decir lo mismo, y que este que veis en la foto sea realmente mi último paquete. Cada vez que me vengan ganas de fumar le diré al tabaco “tu no me dominas, ¡Dios me ha hecho libre!,¡No quiero ser esclavo de una hoja seca!". Ya os diré si me funciona...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ánimo:yo lo dejé hace un año y me ha ido de maravilla. Me siento muy libre. Pero si tuviera delante a tu novia le pediría que te ame siempre, aunque le dejes amarillas las cortinas de recién casados. El prójimo es más que un ser que fuma.
De todas formas, supongo que tu novia debe estar resignada. Porque prohibirle a un fumador que fume en su propia casa es algo muy malo

Todo era bueno

Jose Menchon dijo...

Muchas gracias por tus animos y tu ejemplo.

Realmente mi novia esta resignada, desde que me conoce que no paro de fumar.

Ella no soporta el humo pero aún así me sigue queriendo...¡¡¡el amor además de ciego no tiene olfato!!!

Ululatus sapiens dijo...

Yo me he dado cuenta de que necesito un vicio.

Una vez que renuncié a mi trabajo y que me he quedado en la absoluta miseria, ya no puedo gastar miles de pesos en libros y en discos de ópera y música 'clásica'. Además, mi guía espiritual me aconsejó que renunciara a mis 'afectos desordenados', como los llama San Ignacio.

Los dejé, en efecto. Ya no compro discos ni libros, pero he empezado a fumar (ahora sí como hábito y no socialmente), pues es el único vicio que puedo costear. He de admitir también que esto ha coincidido con un periodo de antojo de tabaco (quizá producto del ocio) y la siguiente resolución: tengo genes diabéticos en mi familia, así que prefiero que me mate un infarto más pronto que la diabetes. No me agrada la idea de vivir mucho.

Podría llevar una vida saludable, pero, ¿dónde quedaría la diversión? Como decía mi abuelita: 'Todo lo bueno en esta vida engorda, hace daño o es pecado'.

¡Saludos!

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